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miércoles, 21 de diciembre de 2011

NO SE INDIGNA QUIEN QUIERE

Al hilo de los últimos acontecimientos políticos sobrevenidos por las declaraciones de algunos dirigentes catalanes, observo con incredulidad la cantidad de indignados que surgen por todas partes y desde todos los rincones ideológicos de nuestra tierra. Y me quedo perplejo al contemplar cómo se indignan porque se critiquen desde fuera las ayudas del PER los que llevan años criticándolo desde dentro con la boquita cerrada; cómo se molestan porque se critiquen las ayudas del PER los que llevan años utilizando el PER como arma política, actuando como los caciques del siglo XIX para secuestrar votos y voluntades; cómo se importunan los sindicalistas que llevan décadas tolerando con su silencio cómplice que haya gente que cobra el subsidio sin haber pisado el campo en su vida. Y cuando los oigo llenarse la boca de afectada dignidad, me entran ganas de gritarles a la cara: ¡No, no y no! ¡Ustedes no pueden indignarse! ¡Ustedes no tienen derecho a indignarse! ¡Ustedes no tiene valor moral para pedir rectificaciones y desagravios!

Algunos me recuerdan la sentencia del zagal que se lió a mamporros con un amigo a cuenta de los insultos de éste a su padre: “una cosa es que mi padre sea un borracho y otra muy diferente que te creas con derecho a decírmelo a la cara”.

Como es lógico, cada cual dice lo que quiere. ¡Faltaría más! Pero mientras algunos lo hacen por altanería otros lo hacen por derecho propio. No pueden indignarse los que pactaron una constitución en la que había comunidades históricas y Andalucía no era una de ellas. No pueden indignarse los que sentenciaban: andaluz este no es tu referéndum. No tienen derecho a indignarse los que pactaron en las Cortes la Loapa, ni los que después de treinta años siguen manteniendo a Andalucía en el vagón de cola.

Pueden indignarse los que legislatura tras legislatura votan como representantes a políticos que en las Cortes ponen por encima de los intereses de Andalucía los intereses de sus partidos. ¡Pueden indignarse, pero no tiene derecho a indignarse! Porque con su voto se siguen votando los privilegios de aquellos a los que ahora indignadísimos critican.

Y no me vengan con Góngora ni con Machado. No me consuelen con Picasso ni con Velázquez. No me conformen con romanos ni turdetanos. El pasado no es nuestro, nuestra historia la han escrito otros al dictado. Los que ahora se rasgan las vestiduras. Yo no soy de los hipócritas que lagrimean tras el pañuelo. Yo, como muchos otros, soy de los que quieren que Andalucía cambie. Y sigo teniendo claro que no se indigna el que quiere sino el que puede.

Manuel Visglerio Romero. Octubre 2011

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